LAOCOONTE
El descubrimiento del Laocoonte vino al pelo allá por los inicios del siglo XVI, cuando el arte renacentista, caracterizado por representar el concepto ideal de las cosas, empieza a descender a la realidad mundana. Surge el realismo, el naturalismo, el costumbrismo, los arquetipos, la representación de gestos, emociones... la angustia vital.
Parece increíble pensar que 1600 años antes, alguien se les había adelantado con esa misma visión de la realidad.
El conjunto escultórico cuenta la historia del sacerdote troyano Laocoonte que desafió a los dioses y recibió como castigo la muerte de sus dos hijos en las fauces de dos serpientes marinas.
Lo interesante de la escultura es que representa justo el momento más dramático de la escena.
Uno de los hijos prácticamente rendido ante una de las serpientes, el otro intentando escapar, y Laocoonte desesperado intentando salvarles mientras recibe el mordisco en un costado de una de las serpientes.
En su cara se ve toda esa carga emocional que siglos después recuperarán los barrocos.
En este caso he pintado a Laocoonte sin el brazo derecho, que es en el estado en el que se encontró allá por 1506 en una viña cercana a Santa María Maggiore en Roma.
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