UN ESPÍRITU EN LA MATERIA
A lo largo de la historia del arte, la r el barroco incorpora aspectos mundanos (el paso del tiempo, las imperfecciones, las expresiones), el romanticismo incorpora aspectos utópicos (añoranza del pasado perdido, la belleza de la ruina, la melancolía, el ensimismamiento...), las vanguardias olvidan el concepto esencial de las cosas y descomponen la realidad hasta transformarla en un mero conjunto de átomos (impresionismo, puntillismo, cubismo...) , la abstracción posmoderna vuelve a legitimar únicamente el mundo interior del artista... ¿Y así hasta cuando?
¿Y no será que la clave está en combinar ambos puntos de vista sin necesidad de excluir completamente ninguno de los dos?
Comprender la realidad significa asumir el aspecto mundando de las cosas, pero sin dejar de admitir su esencia inmaterial.
Me lanzo con esta serie de experimentos con acuarela que, prácticamente a modo de juego terapéutico, intentan mezclar estas dos realidades históricamente excluyentes entre sí.
La observación de un simple fragmento de materia rocosa, inconscientemente nos incita a buscar formas preestablecidas que cada uno de nosotros podamos tener en la cabeza.
No es que en estas acuarelas busque representar la esencia de una pared rocosa... Sino más bien dejo que cada cuál busque libremente la que mejor le parezca.
También dejo constancia de una manera original y sobre todo barata de colgar las láminas en la pared. Sólo se necesita un palo, cuerda y pinzas. ¡¡Fácil, sencillo y para toda la familia, amigos!! (Bricomanía style).
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